Soy gentil pero hipócrita. Sé lo que tengo que hacer, pero soy perezoso. Tengo automóvil pero no a donde ir. Me siento bien cuando madrugo pero nunca lo hago. No desayuno ni ceno pero engordo. Soy zurdo, pero pateo con la derecha. Me burlo de la vanidad de la gente pero acabo de subir unas fotos a las red. Critico a la iglesia pero me persigno. Quiero la felicidad de los que me rodean pero soy envidioso. Soy egocéntrico pero me molestan los halagos. Soy flemático pero no para ver fútbol o discutir con mi mamá. Soy desordenado pero odio la suciedad. Odio la suciedad pero no cuando es Domingo...

domingo, 24 de noviembre de 2013

Convencional

¿Qué es la felicidad?

¿Acaso demostrarle al mundo la sofisticación de los gustos musicales, la nutrida envergadura intelectual a través de un protocolo?

 ¿Es vivir sólo como prueba contundente de una falsa independencia que necesita ser alimentada en una red social?

¿Imitar un estereotipo foráneo, siempre bajo la perspectiva vanidosa pero débil, que necesita de la aprobación del prójimo?

¿Ser el más chistoso en Twitter?

 ¿Es resignar el pasado, alejarte de los seres queridos y empezar de cero en un país desconocido, así como quien lanza de nuevo los dados ante una combinación poco conveniente? ¿Es eso sinónimo de éxito?

¿Hacer un check-in en un lugar socialmente aceptado, presumir de una adquisición,  subir una foto favorable o posar de intelectual?

Las redes sociales le salvaron la vida a muchas personas que no podrían ser de ninguna otra manera aparentemente interesantes.

Soy mejor (o peor)  que lo que se muestra en un perfil albergado en una IP.

Me enferma pertenecer a la masa. Necesitar de su aprobación. Ser tan putamente convencional.

Libre

Era prisionero de ella. No podía concebir la idea del bienestar, si es que tal cosa existe,  si no era estando a su lado. No le importó la lógica, las opiniones de los demás, la certeza del distanciamiento paulatino, para empecinarse en la plausible pero ingenua empresa de luchar.

Aún recuerda los primeros días de fulgurante éxito, de la novedosa adquisición, de la sensación deliciosa de ser el centro de atracción, como cuando el vecino humilde, aquel que fue visto todas las mañanas esperando religiosamente algún colectivo del cual "colgarse", llegó por primera vez al barrio a bordo de su nuevo auto. Días memorables sin duda, recuerdo del inicio de una historia en la que ella y él eran los protagonistas, una historia con rating.

No supo comprender que todo es efímero, y se aferró obstinadamente a un reencuentro futuro, a una revancha merecida, a un recurso de casación. Se negó la oportunidad con otras personas. Lo hacía porque nunca encontró o no quiso encontrar alternativas. Nadie podría reemplazar a la irremplazable, a la que siempre salía victoriosa en la comparaciones punto por punto.

Pero el tiempo, que es contundente y caprichoso, le tendría novedades. Un día pudo volver a ver su foto, volver a verla a ella. Y la encontró fea,  sin encanto. Sin duda era una sensación extraña, un adjetivo inverosímil para describirla. Así que, incrédulo, repasó su álbum, urgó su archivo en busca de registros de la mujer que hizo que él fuera tan envidiado cuando le pertenecía. Y la siguió viendo igual, nada 'del otro mundo'. Entonces recordó un sinnúmero de detalles de su relación con ella, una cantidad de anécdotas ignoradas que fueron para él clara evidencia de que en realidad no fue tan feliz a su lado. Recuerdos que la alejaban a ella de la categoría ideal. Después de todo no fue tan buena novia. Después de todo no era tan bonita. No era un consuelo de perdedor sino un veredicto objetivo, al menos eso pensó. Sólo hasta ese día su anestesia desapareció. Aquél día lluvioso de mayo en que volvió a ver su foto, pudo entender que por fin era alguien libre.


miércoles, 31 de octubre de 2012

Advertencia





Al desprevenido un consejo de importancia,
entregarle oportunamente es menester
pues aunque inofensivo le pueda parecer,
prefiera de éste tipo conservar distancia.

Adviértasele ante la beligerancia
de éste individuo que no podrá comprender
y que de malgenio siempre lo va a poner,
pues quisquilloso es en abundancia.

Lo podrá engañar con su diplomacia
pero con el tiempo lo va a indisponer.
Revelar su nombre no es mayor gracia
porque no es difícil de reconocer.
Con una palabra lo hará con eficacia:
cuando diga “Restrepo”, él le va a responder. 

lunes, 6 de agosto de 2012

Seis de Agosto



Doce chozas y una iglesia, fundadas en la colonia 
fueron las precursoras de una ciudad relevante; 
situada sobre una sabana de belleza despampanante 
que para Don Gonzalo fue clara evidencia de gloria. 

Es la historia de un lugar con millones de historias 
que se cruzan a diario por calles, edificios y parques; 
historia de la capital, historia de Colombia en parte, 
relato siempre vigente, al que hoy le hacemos memoria 

Pero recordar sin agradecer no es cosa meritoria 
por eso a la ciudad de mi equipo azul, que es baluarte 
y a la de mi familia, que mi corazón comparte 
quisiera añadir una estrofa, para nada accesoria: 

¡Feliz cumpleaños Bogota! para ti ésta dedicatoria 
la ciudad de todos, la estrella fulgurante; 
hoy que es seis de agosto el júbilo es abundante 
pues la experiencia de habitarte es más que satisfactoria

domingo, 3 de junio de 2012

¡Vamos Millos Todavía!


Aciaga y larga fue tu noche:
No te permitiste parar de pensar
te llenaste de bronca y de reproches
y te preguntaste ¿el destino es fracasar?

Dos décadas largas que te pesan
de derrotas y frustraciones abundantes
pero tú, con razón y sentimiento aún profesas
que tu equipo sigue siendo el más grande

Orgulloso de tu equipo aun estás
a pesar de los fracasos presentes
pues la historia completa hay que contar
y no solo los hechos recientes

Además en el ambiente todavía se percibe
una hinchada, un sentimiento, una realidad
que sagradamente, en cada partido recibe
al equipo Embajador, al Azul de Bogotá

Y aunque te duelan las victorias ausentes,
pues perdiste cuando habías renovado la ilusión
no olvides tú, el más fiel de los creyentes,
que muy pronto dirás “¡soy de nuevo el campeón!”

Sólo ten paciencia y apoya a tu equipo,
como siempre lo has hecho, siempre en el frente
pero si tienes que criticar algo, mi amigo,
no te calles nunca, conserva el paladar exigente

Porque mediocridades no debes aceptar
recuerda: eres grande, del Ballet Campeón,
el que ganó y bailó siempre al compás
Del Viejo Willy, El “Guájaro”, Funes y Morón.

El triunfo ya se viene, pues has logrado asimilar
que tu amor no se confunde con alcahuetería.
Del pasado se aprende, falta poco para celebrar
apoyando y exigiendo, ¡Vamos Millos todavía!

lunes, 14 de mayo de 2012

Ofendidos


Jairo tiene 28 años y trabaja como mesero en un restaurante del Norte de Bogotá. Todos los días, se desplaza desde su casa en San Cristóbal, en el sur de la capital, hacia su trabajo sin saber cuánto obtendrá al final del día. Como la mayoría de sus colegas, sus ingresos básicos (lo que le pagan en el restaurante diariamente) no son suficientes para sostener a su familia, conformada por dos bebés y su esposa, y por lo tanto deberá rebuscarse ingresos extras, provenientes de las propinas de sus clientes. En otras palabras, hace todo lo posible por atenderlos bien pero no siempre obtiene buenos reconocimientos. No obstante, consigue casi mágicamente y salvo raras ocasiones, cumplir con todas sus obligaciones, dentro de las que está el asistir sagradamente a los partidos que su equipo del alma juega de local. Jairo es hincha de Millonarios, no se pierde un partido de local desde hace más de 10 años y tiene tatuado un enorme escudo en la espalda. Incluso, hasta antes de conseguir su trabajo, se desplazaba a otras ciudades, sin importar la distancia o situación deportiva para alentar al azul.

Catalina tiene 22 años. Es estudiante de una prestigiosa universidad bogotana y está a punto de finalizar su carrera, con altas calificaciones. No tiene novio, pues a pesar de ser atractiva y nada tímida, tiene otras prioridades. Su vida cambió hace 9 años, cuando su padre falleció tras padecer una penosa enfermedad, dejando una familia compuesta por ella, su madre y su hermano Esteban, 4 años menor que ella. Manuel, como se llamaba su padre, era fanático de Millonarios y los llevaba al Campín con mucha frecuencia, desde muy temprana edad, aunque ella no disfrutaba mucho del espectáculo, pues no lo entendía. Pero tras la muerte de su padre, su vínculo con el equipo azul de Bogotá se estrechó casi que instantáneamente. Estar pendiente de su equipo es para ella una forma de recordar a su padre y sentir la satisfacción de reemplazarlo al menos en el “deber” de acompañar a su hermano al estadio. Con el tiempo fue entendiendo el juego poco a poco hasta disfrutarlo por completo e incluso hablar con propiedad de jugadores, alineaciones y rivales.

Felipe tiene 10 años. No sabe si su color favorito es el azul por causa de Millonarios o se hizo hincha del equipo porque es azul. Su padre y abuelo son hinchas del embajador. Recuerda la primera vez que su padre lo llevó al Nemesio. Fue una experiencia increíble: la nitidez, el brillo de las luces, los jugadores, las barras… todo tan diferente a como lo veía por televisión. Después de esa ocasión, su padre lo ha llevado un par de veces más, y lo ha disfrutado mucho, aunque él desearía asistir a todos los partidos. Le han inculcado el orgullo de ser hincha del equipo, a pesar de que él, a su corta edad, no lo ha visto campeón. Se emociona con las anécdotas de su abuelo, quien cuenta orgulloso que vio a Pedernera, Di Stéfano, “Maravilla” Gamboa, Carrizo, Willington, Funes e Iguarán. Sin embargo, con cierta frecuencia, tiene que aguantar las constantes burlas y críticas de sus compañeros de colegio, cada vez que el equipo pierde.

Jairo, Catalina y Felipe no van al estadio por la calidad de la comida, el parqueadero o las sillas. No se interesan en el equipo porque tiene un bus bonito, una linda tienda o porque es “sostenible”. No les interesan los estados financieros ni las emisiones accionarias. No es relevante si Jairo, Catalina o Felipe putean desde el minuto 5 o desde el 40 o “hacen el aguante” todo el partido. Nadie tiene derecho a controvertir su calidad de hinchas.

Por eso ofenden profundamente los manejos de la institución. Ofenden las declaraciones de jugadores como Omar Vásquez, la desidia de Luis Mosquera y la torpeza del bien remunerado Leonardo Castro, quienes son profesionales (o deberían serlo), entre otras cosas, porque gracias a personas como Jairo, Catalina y Felipe, les pagan un sueldo.


sábado, 17 de marzo de 2012

El cliente siempre tiene la razón



El papel del Hincha en la próxima asamblea, será más importante como hincha de Millonarios, que como socio de Azul y Blanco S.A.


Hernán Levy, presidente de Blanco y Negro SA, sociedad que administra actualmente al popular equipo chileno Colo Colo, sorprendió hace unas horas a la opinión pública no sólo chilena, sino latinoamericana, al anunciar la renuncia a la búsqueda de su reelección, en las próximas elecciones de abril, lo que en términos prácticos podría tomarse como una renuncia a su cargo. Luego de unos años de resultados brillantes a nivel deportivo, y de posicionarse como una potencia en Suramérica, Colo Colo tuvo un nefasto año 2011, con pésimos resultados deportivos, a la zaga de su archirrival, la Universidad de Chile y gastando dinero a raudales, y con un comienzo de 2012 que mostró un rumbo equivocado y poco alentador. Y digo que sorprendió a propios y extraños, no porque mereciese continuar en el cargo (está claro que Levy debía irse), sino por la forma en que ésta se produjo: cuando la hinchada del equipo chileno le dio la espalda en la cancha, y ante reiteradas manifestaciones de desaprobación, Levy sintió que no tendría la cohesión suficiente para gobernar, viéndose obligado a dimitir. En un medio latinoamericano tan particular, donde estamos acostumbrados a padecer malas administraciones en todos los ámbitos, donde los que ocupan las plazas más poderosas esperan irse solamente “por las malas” y no con dignidad, donde personajes como Julio Grondona llevan décadas ostentando un poder que no merecen, o para hablar localmente, donde vemos ejemplos como el de Millonarios, que sólo hasta el año pasado pudo librarse del yugo que lo sometió durante décadas; decisiones como las de Levy son un mensaje alentador.

Millonarios Fútbol Club vive un momento delicado. Luego de un aceptable año 2011 (o bueno si se compara con los desastres de años anteriores), y cuando se esperaba un año 2012 mejor, acorde con el “proceso” que han promocionado sus dirigentes y cuerpo técnico, el equipo presenta un bajísimo nivel deportivo. No sorprende. Desde la pretemporada se anunciaba tal rendimiento, con unos jugadores de dudoso nivel que se incorporaron al equipo en calidad de refuerzos, y con un director técnico que cada día parece más confundido. Lo que realmente ha sido sorpresa, es el manejo administrativo del equipo, el cual se llegó a catalogar como modelo a seguir en el país. Se han conocido, en investigación de Luis Gabriel Jiménez y Mauricio Gordillo para losmillonarios .net, los estados financieros de Azul y Blanco SA. Y más allá de que los números no puedan afirmar con veracidad total el estado actual del club, pues como el mismo informe lo dice, se desconocen algunos detalles para esclarecer todo, lo cierto es que la situación económica del club no es la que muchos hinchas, dentro de los que me incluyo, esperábamos. No me refiero a los datos de flujo de caja, ingresos y egresos, porque pensar en una institución boyante y con superávit en una etapa tan temprana, sin haber salido a la bolsa de valores y con varios compromisos por cumplir, adquiridos por la anterior corporación, es algo difícil. Lo que no se esperaba, y sorprende mucho, por ejemplo, es que el valor de la acción se depreciara luego de prácticamente un año de administración. No sé bajo qué parámetros se establezca éste indicador ni muchos otros, y tendrán que ser aclarados, para beneficio de todos los socios y de la hinchada en general.

Nadie pretende terminar con éste proceso, que en un año nos ha devuelto la ilusión a todos los hinchas y nos permitió alejarnos de aquellos nefastos personajes que manejaban el Club a su antojo en el pasado. Acompañar el proceso no sólo implica apoyo al mismo, sino también vigilancia. Por el bien del mismo, las dudas sobre su administración y sobre las políticas de contratación deportiva deben ser aclaradas. Ninguna empresa está exenta de cometer errores, de tomar malas decisiones, de invertir su dinero erróneamente. Pero es ahí cuando se debe buscar que se tomen las medidas necesarias para que no se vuelvan a repetir los desaciertos. 

Los que piensan que Millonarios Fútbol Club se democratizó están muy equivocados. De hecho, y sin comparar las calidades morales de sus dirigentes, es una estructura similar en algunos aspectos con la estructura pasada de López, García y Rendón. ¿Por qué? Porque las decisiones que marcan la ruta del equipo, el poder de la sociedad, estarán concentradas en los socios que hayan invertido más dinero. Desde luego que todos los socios cuentan con voz y voto en la asamblea, pero las decisiones siempre serán tomadas por los 3 o 4 socios mayoritarios. En otras palabras, una situación casi igual a la Corporación anterior. No esperen que la estructura actual garantice por sí sola el éxito. Tenemos que ser consientes de que, al menos hasta que las acciones no salgan a la bolsa de valores (lo cual es urgente), el papel más relevante de los hinchas, socios minoritarios, dentro de Azul y Blanco S.A. - pero no de Millonarios - ya se cumplió y fue el de haber ayudado a cumplir con un requisito legal para la constitución de la nueva sociedad y la salvación inicial del equipo. Nuestro deber ahora es no quedarnos cruzados esperando que decidan por nosotros, no dejar que la historia se repita. No hace falta ser socio de Azul y Blanco para exigir, opinar y decidir sobre lo concerniente a Millonarios. Lo acontecido en Chile con Levy lo demuestra: sin necesidad de estatutos o asambleas, de porcentajes de participación o membrecías, el hincha de Colo Colo, por sobre el socio de Negro y Blanco, decidió lo que quería para su equipo (en éste caso, que el presidente no continuara en su cargo). 

Apoyemos, opinemos, exijamos. No como socios de Azul y Blanco, sino como hinchas de Millonarios. Participemos activamente, no sólo en la asamblea que está por venir, sino en todos los ámbitos disponibles. En el estadio. Estamos mucho mejor que hace un par de años, pero eso no nos obliga a renunciar a nuestro derecho de opinar, como muestra de “agradecimiento eterno” a nuestros nuevos dirigentes. Participemos activamente en la próxima asamblea. No como socios, donde tenemos asignada una minoría porcentual, sino como hinchas donde tenernos asignada la mayoría conceptual: No hay negocio que pueda funcionar sin clientes. No hay equipo que pueda sustentarse sin hinchas. El cliente siempre tendrá la razón. Eso no está en los estatutos, pero todas las empresas lo cumplen…





domingo, 4 de marzo de 2012

Interino


Vivo en Buenos Aires, pero temporalmente. Quiero regresar a Colombia, pero sólo si consigo terminar mi posgrado. Terminaré mi posgrado, pero sólo si culmino mi trabajo de grado. Culminaré mi trabajo de grado, pero sólo si consigo dedicarle el tiempo suficiente. Avanzaría entre semana en aquél tarea, pero trabajo. Lo haría entonces los fines de semana, pero soy perezoso. Pierdo el tiempo leyendo y escuchando noticias de Colombia, porque las de Argentina no me interesan. Y entonces, me pregunto si realmente vivo en Buenos Aires, si después de ver las noticias quiero regresar a Colombia, y si algún día terminaré mis estudios. En éste momento, de lo único que estoy seguro, es que vivo en un estado de interinidad permanente. 

martes, 31 de enero de 2012

Soneto a Bogotá



A Bogotá querida hago este soneto:
La ciudad de todos y de nadie a la vez;
A pesar de que se encuentre al revés,
es difícil no quererla por completo.

Para quererte, gran urbe sin metro,
no es necesario que te disimulen
las hazañas del gran Guido Nule
ni las campañas de Gustavo Petro

Para marcharse no hay mucho afán
¿Por qué te vas, Carolina Sanín?
Quedate un ratico, te tengo un gran plan:
Podemos ir juntos al Teatro Arlequín.
Y si no te gusta pues llama al chamán,
así no nos llueve cuando te lleve al Campín